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Pequeño recuerdo

 

"Fue durante un tiempo que estuve con tifus, cuando un día en el delirio de la fiebre, soñé que tenía a mi lado a mi hermana Esther – la que vivía en Buenos Aires -, y que ella me apoyaba una mano fresca en la frente y me decía: “Aguanta, Motek… aguanto un poco más… eres fuerte, aguanta un poco más”

Esa mano en la frente, esa caricia que me hacía en la ensoñación, creo, fue lo que me salvó la vida y me dio fuerzas para sobrellevar todo  el horror de esos años.

Cuando recobre el conocimiento, era la mano de un médico judío checoslovaco, prisionero como yo, que me estaba poniendo un trapo húmedo para bajarme la fiebre.

A ese medico checo, cuando pude hablar le conté de lo que había sentido y soñado. También le hable de la familia que había tenido de mis padres y mis hermanos, que en ese año ya habían sido todos asesinados, menos mi hermana Esther, que vivía en una ciudad llamada Buenos Aires en un país de América que se llamaba Argentina y se quedó mirándome y escuchándome en silencio mientras yo hablaba, hasta que termine diciéndole que yo en verdad había “sentido” la mano de mi hermana en la frente.

    Querido amigo mío- me dijo ese medico a quien no volví a ver nunca más – Estamos en 1942, y no sabemos cuándo va a          terminar la guerra. Pero no olvides lo que voy a decirte ahora. Seguro que vas a pasar por muchas más penurias, pero no        te dejes vencer, no te entregues, no te hagas matar ni intentes suicidarte yendo hacia las alambradas. Vas a sobrevivir.             Créeme. Y un día vas a poder buscar a tu hermana y contarle esto que paso hoy." 

 

Extraído de "El destino de Motek"

 

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