top of page

Pequeño recuerdo

 

“Las uniformadas eran feroces, despiadadas y creo que se divertían conmigo porque yo provocaba algunas situaciones que me hacían sentir un poco mejor, como la vez que me ordenaron destapar un desagüe, que estaba obstruido con todo tipo de suciedad. Tuve que meter mis propios brazos porque el palo que me habían dado no servía para destaparlo. Cuando saqué los brazos del desagüe, sabiendo lo que hacía, los sacudí justo al lado de una uniformada.

 

La represaría fue brutal. Recibí golpes de la SS en la cabeza, dañaron mi tímpano para siempre. 
Esa actitud me sirvió. Yo puedo decir hoy que ese acto de rebeldía me sigue dando una satisfacción increíble, porque supe que mi propio orgullo iba a ser algo que no iba a perder nunca"

 

bottom of page