ABRIGAR ESPERANZAS
Historias de Sobrevivientes Judíos del Holocausto que arribaron a Lationoamérica e Israel
Nusia Gotlib
26 de Marzo 1930 Lwow, Polonia
Instantes
Nusia nació en Polonia, en un pueblo habitado en partes iguales por polacos, judíos y ucranianos. Criada en una familia judía aristócrata vivó junto con su padre, madre y su hermana mayor Fridzia.
Familia
Los Gotlib disfrutaban de la cotidianeidad juntos, compartían diversas actividades y ratos libres. Su hermana era compañera de travesuras y promesas. Su madre dedicada a sus hijas y a su taller de costurería. Con su padre, Nusia tenía una relación de admiración y amor profundo. En sus ratos libres él se encargaba de transmitirles a sus hijas sus reflexiones políticas, las cuales eran bastante cambiantes según la época. Nusia recuerda sobre todo la etapa comunista donde su padre llegó a colocar un retrato de Stalin en la sala.
Noticias
Con la curiosidad típica de una niña, Nusia se escondía para escuchar las conversaciones de los adultos. Un día, sin esperarlo, estaban reunidos frente a la radio. Sus caras eran diferentes a las de siempre y simplemente escuchaban, no hablaban. Allí fue como se enteró de las noticias provenientes de Alemania. Relatos aterradores que hablaban de persecución a los judíos.
Más tarde llegaron las noticias de la invasión Alemana, la repartija de Polonia en dos quedando Lwow bajo el mandato soviético. En pocos días se llenó de judíos que eran perseguidos en Alemania o en la Polonia nazi. Estaban hacinados en precarias viviendas. De pronto la mitad de la población era judía.
Paseo
La guerra avanzaba y los Gotlib podían mantener sus costumbres. A través de las amistades que la familia conservaba lograron mantener sus puestos de trabajo, su hogar y otros servicios. Un día, Nusia fue de viaje con su padre a un hotel lujoso ubicado entre las montañas. Allí lograron descansar hasta que una bomba irrumpió en la zona. En poco tiempo el fuego de los alrededores era incesante. Decidieron volver a su hogar al encuentro del resto. En el camino ya comprobaban lo que se imaginaban. Las tropas Alemanas estaban entrando, era un 30 de Junio de 1941.
Ocupación
Durante los tres primeros días de la ocupación nazi, los ucranianos y los alemanes asesinaron a más de cuatro mil judíos. El 8 de Julio los judíos fueron obligados a llevar un brazalete con la estrella de David. El comportamiento de los ucranianos fue catastrófico, había matanzas entre vecinos llegando a fusilar a dos mil judíos más. Las pesadillas se repetían noche tras noche y el grito de su madre no la dejaba dormir “Nos mataran a todos”
Barrio judío
A fines de 1941 los judíos recibieron la orden de concentrarse en el barrio judío. No había alambradas ni muros pero si tenía vigilancia todo el día. Era una orden dramática ya que los judíos ocupaban un tercio de la población de Lwow. Imposible imaginar como seguiría la vida de allí en adelante. A pesar de los contactos del padre debieron mudarse allí donde se rencontraron con parte de la familia. Transitaron una larga temporada encerrados. Las cosas empeoraban más, las coimas con los nazis eran moneda corriente y el hambre se sentía en todos lados.
Las deportaciones comenzaron a hacer constantes y los rumores de la implementación de la Solución Final era algo incomprensible para los judíos.
Destino
Los padres de Nusia y Fridzia decidieron encontrar la forma de sacar a sus hijas del gueto ya que al no tener edad para trabajar no lograrían sobrevivir. Se contactaron con una maestra del pueblo y a cambio de dinero negociaron que llevaría a Nusia a vivir con el hermano de la maestra. La última consigna que le dieron sus padres fue: “Rezar, callar y mentir”. La despedida fue rápida pero fatal. Así Nusia pasó a llamarse Stanislawa Jendrus.
Vida
De allí en más el nombre Nusia y su verdadera historia comenzaron a enterrarse poco a poco. Sus costumbres cambiaron y sus pensamientos giraban en torno a su nueva vida como católica y a que sus mentiras estén conectadas. Pasó un tiempo junto al hermano de la maestra pero como la vida de todo aquel que escondía un judío corría peligro la familia decidió no protegerla más y derivarla a un Orfanato.
Refugio
Una vez trasladada allí, su disfraz comenzaba a tatuarse en la piel. Hizo varias amigas y se afianzo más a su nueva religión. Los días allí terminaron cuando una señora decidió adoptarla. La llamó Slawka y le ordenó que la llamara tía.
Slawka
Claudia y el general Marko Bezruchko se convirtieron en su nuevo hogar. Claudia fue cálida, amable y sensible con la historia de la pequeña Slawka. Marko era frío y pasaba sus días encerrado en su despacho observando los mapas que lo habían ayudado a convertirse en un general ucraniano tan importante y recordado. Desde su nuevo hogar podía observar los muros del Gueto de Varsovia mientras vivía con un señor que en su época de gloria había matado a miles de judíos.
Mentiras
Claudia trataba a Slawka como a una hija, la peinaba, cuidaba y le daba un sincero cariño de madre. Nusia, en cambio, no lograba entregarse por completo. Su doble identidad a veces la consumía y tenía que salir a caminar para poder despejarse.
Así fue como cada tanto lograba poder visitar a su prima y a su marido que vivían a pocas estaciones de tren de su casa. Les llevaba comida, periódicos y un aire nuevo ya que ellos no podían salir a la calle. Con estas visitas también llegó su primer comunión. Sin saber lo que es, envuelta en sus mentiras, rezo, callo y cumplió.
Aliados
Nadie desconfiaba de ella, en el colegio hizo buenas amigas mientras afianzaba su relación con Claudia. Por las noches recordaba todas sus mentiras que ya formaban parte de ella, mientras los aliados dejaban la vida para vencer las tropas nazis. En las visitas a sus primos se enteraba de su familia. Lo único que le importaba era poder volver a tocar a sus padres.
Identidad
“A veces no se ni quien soy...” Nusia, Slawka, judía, católica. Era todo lo mismo o todo diferente. Los días pasaban y ya toda su situación le parecía natural. Luego del levantamiento en el gueto de Varsovia y su consecuente liquidación Nusia se sentía perdida. El general enfermó y luego de unos meses murió. Claudia quedo desconsolada y su único sostén fue Slawka, sin saberlo se convirtieron en compañeras de sus propias ausencias.
Fin
Al cumplir los 14 años Nusia se volvió más valiente. Por medio de conocidos de sus primos era la encargada de llevar granadas a la resistencia judía. Mientras los nazis cargaban sus cosas y escapaban de la ciudad. La retirada alemana y ucraniana no solo indicaba el fin de la guerra sino también que Nusia había logrado sobrevivir.
Estaba sola en el mundo, ya no le temía a nadie. Sus primos habían escapado de Varsovia, de su madre no habían noticias y el final de su hermana y padre ya era parte de lo que no quería recordar. Únicamente tenía a Claudia.
1945
Alemania se retira de los lugares ocupados y ya sin poder defender sus propias fronteras se rinde. Nusia sintió un gran alivio. No habían logrado matar a todos los judíos, la esperanza la revivía. En cambio Claudia, como Ucraniana, corría peligro allí. Ambas escaparon y comenzaron a girar por diferentes ciudades hasta estar seguras en Viena. Por ratos se culpaba de estar sin marcas de la guerra y por ver a sobrevivientes que casi no parecían seres humanos. Ella simplemente había cumplido lo que hace cuatro años le había prometido a su padre.
Revelación
Mientras seguía estudiando en Viena encontró allí un campo de Refugiados donde había largas listas de sobrevivientes. Frecuentaba el lugar una vez al día sin encontrar registro de su madre. Un día se levantó confundida, no sabía quién era. Claudia se acercó para darle los buenos días y ella le hizo su revelación “Soy judía”.
Su madre adoptiva nunca la cuestionó ni interrogó. Comprendió que estaba sola en el mundo y en eso se entendían. Nusia agudizo la búsqueda de su madre, redacto una carta para que en el mejor de los casos le sea entregada. A cambio recibió el mensaje personal de unos hombres que se dedicaban a rastrear sobrevivientes y unirlos con su familia. La madre de Nusia estaba viva. Pronto se reuniría con ella.
Luego de unas semanas, el encuentro se acercaba, los cazadores la ayudaron a preparar sus cosas. La despedida con Claudia no fue fácil, abrazos y lágrimas. Slawka se iba para siempre. Nusia volvía a entrar.
Encuentro
En el viaje en tren, rumbo a ver nuevamente a Helena, su madre, Nusia pudo contemplar sobre las ruinas en la que se encontraba Europa. Había pasado de estar bajo el ala de Simon Wiesenthal, cazador de nazis, debido a que muchos ucranianos la buscaban por las cosas que sabía de su padrastro, querían asesinarla.
El encuentro fue esperanzador, pero difícil. Las marcas estaban debajo de la piel. Recomponer el vínculo no fue fácil, muchas pérdidas y tristeza.
Familia
Se rencontraron con sus primos y una tía. Volvía a sentir lo que era tener una familia. Todavía se mantenía callada. No preguntaba y no le preguntaban sobre lo que había pasado. Los domingos se sentaba frente a la iglesia, entraba, rezaba y se iba. Todavía Slawka estaba en ella.
Argentina
A través del Joint su familia recibió la visa para ir a Argentina. Helena y Nusia emprendieron un viaje hacia la construcción de un nuevo futuro. Antes de partir la noticia sobre el fallecimiento de Claudia conmovió tanto a Nusia como a su madre. Habían mantenido una relación por carta luego de la despedida. Irse era su mejor opción. Tener un salvoconducto de escape era tan importante como haber sobrevivido a los Nazis.
Amor
El barco llegó a Buenos Aires en 1948. Nusia volvió a estudiar y se juntaba con grupos de jóvenes judíos con los que podía hablar el polaco. En una de esas reuniones un hombre apuesto, llamado Julio, se presentó ante ella. Él también había sobrevivido a los nazis luego de escaparse de un campo y viviendo en la resistencia rusa en su Polonia natal. Todos los que rodeaban a Julio se sentían a gusto con él. Nusia se maravillaba de su humor cada vez que se veían. Así fue como el amor los completo y en 1950 se casaron.
En 1951 llegó su primera hija Betty, que fue sucedida por otros dos varones, Rodolfo y Federico. Lograron asentarse en la Argentina. Se convirtieron en grandes comerciantes teniendo un presente y futuro próspero.
Historia
Julio nunca le preguntaba a Nusia sobre la guerra y ella nunca contaba. La avergonzaba su propia historia pero sobre todo su bautismo. Años más tarde su madre y tía fallecieron. Los hijos crecieron, se casaron y cuando se quizo dar cuenta ya estaba rodeada de nietos. Slawka a veces volvía a su vida pero Nusia lograba vencerla. Un día decidió enfrentar su realidad y confesar su secreto. En una cena familiar se levantó y dijo: — “Tengo que contarles un secreto, en 1946 me bautice” — ¿Ese es tu secreto mamá?, le pregunto su hijo. — “Si” dijo Nusia.
— “Lo importante es que sobreviviste” le dijo Julio besándole la mano. Nusia se relajó y Slawka se fue.