ABRIGAR ESPERANZAS
Historias de Sobrevivientes Judíos del Holocausto que arribaron a Lationoamérica e Israel
Motek Finster
21 de Marzo 1921. Varsovia, Polonia
Comienzos
Motek nació en el seno de una familia judía numerosa y pobre en Varsovia, Polonia. Sus padres engendraron 10 hijos de los cuales él era el del medio junto con su hermano mellizo Gerardo.
Tenía 18 años cuando las pesadillas empezaron a recorrer la vida de los judíos y de la cual se levantaría 6 años después. Al poco tiempo que los nazis comenzaron a desfilar por Varsovia decidió escaparse junto a un amigo a Ucrania dejando a su familia en Varsovia.
Persecución
El anhelo de volver a verse a sus seres queridos lo trajo nuevamente a Polonia. Se encontró con una situación poco imaginada. Su familia vivía dentro del Gueto de Varsovia, los judíos sufrían la persecución nazi y polaca. La vida en el Gueto no era nada fácil, con el correr del tiempo el hambre y las enfermedades hacían intolerable la estadía. La imagen de gente muerta en las calles formaba parte de la visión cotidiana.
Gueto
En 1940 todos los judíos de Varsovia que vivían en el Gueto representaban el 30 por ciento de la población total, ocupando solo el dos por ciento del territorio. Motek junto con muchos otros judíos debieron construir las paredes del muro que los alejaban de la vida humana. Solo se podía salir si se contaba con permisos de trabajo.
Un día decidió escaparse de ese mundo saltando el muro. Hasta el día de hoy recuerda con emoción el último abrazo que le dio a su madre.
Escondites
Estuvo vagando de pueblo en pueblo, sobreviviendo como podía, y durante bastantes meses escondiéndose en el bosque en busca de los partisanos (miembros de la resistencia contra los alemanes.)
Estando oculto y trabajando en la casa de unos campesinos recibió la orden de concentrarse en la plaza junto con el resto de todos los judíos. Si alguien no se presentaba la familia que los escondía o les proveía de trabajo seria castigada. Sus acogedores eran buenos y tenían miedo, razón por la cual decidió ir a la plaza. Con pocas pertenencias estuvo 3 días esperando a que la SS decidiera que hacer con todos los judíos. Primero los dividieron en dos grupos, al grupo de Motek se le ordenó que subiera al tren sin explicación de cuál sería su rumbo.
Destinos
Después de largas horas de viaje y un frio helado de 1942 llegaron a Majdanek.
“Para quienes creen que existe el infierno, yo creí que era ese. Y si en realidad lo era, lo conocí y pase por él. Llegamos en camiones todos los prisioneros con los heridos y también con los muertos, porque para los SS los prisioneros de la lista, vivos o muertos, tenían que estar presentes”
Majdanek fue un campo de exterminio, en territorio polaco, construido a cuatro kilómetros de la ciudad de Lublin, cerca del límite con Ucrania, inaugurado en 1941. La particularidad de este campo era que estaba a la vista de la gente que vivía en Lublin.
10.830
Allí perdió su identidad para ser parte de una estadística más. Le fue otorgado el número 10.830 y casi no volvió a escuchar su nombre hasta el final de la guerra.
Los que no podían trabajar iban a las cámaras de gas o eran fusilados en la mitad del campo. Lo que se vivía en el campo era inexplicable y “es una muestra clara de cómo un ser humano puede ser cruel y despiadado con otro ser humano”
Los meses pasaban y las selecciones de vivir o morir las pasaba al límite. Un día hicieron una selección masiva. Aquellos que habían sido seleccionados para trabajar, para vivir y no morir como el resto, abandonaron el campo de exterminio de Majdanek. Comenzaron a marchar sin saber a dónde iban, con pocas ilusiones de ser liberados pero sin saber lo que les esperaba.
Auschwitz-Birkenau
Viajaron en tren. Su destino era el campo de exterminio más espantoso que los nazis habían construido. “Si el infierno existe, y tiene olor, debe ser igual a este”.
Al llegar al campo se formaba una fila de todos los prisioneros. Primero raparon toda su cabeza y luego tuvo que extender su brazo izquierdo para recibir el tatuaje, con una aguja especial, pero sin delicadeza recibió su nuevo número de condenado que todavía hoy lleva en su piel: 126.497.
Las barracas eran innumerables. Prisioneros políticos, de guerra, homosexuales y gitanos además de los judíos que eran la mayoría. Birkenau no era un campo para mantener prisioneros como mano de obra esclava. Su única finalidad era el exterminio. Para llevar a cabo ese objetivo se construyeron cuatro grandes crematorios con cámaras de gas.
Había días que los hornos no eran suficientes para incinerar tantos cadáveres, de manera que las autoridades del campo decidieron quemar los cuerpos al aire libre. Después de las grandes matanzas de 1942 hubo un levantamiento en el campo. La SS con la ayuda de los Kapos (ayudantes judíos de los nazis) lograron capturar a todos los culpables y ahorcarlos frente a la mirada de todos los prisioneros.
Los últimos meses vivieron lo peor. Castigos extremos, hambre y enfermedades eran moneda corriente. Se preguntaba constantemente porque su condición de judío era el factor por el cual estaba viviendo todos esos horrores.
Auschwitz – Buna
Los rumores del avance de los rusos alteraban sus esperanzas. Pero sabía que eso también llevaba a la desesperación de los Nazis y que corrían peligro de que los maten en cualquier momento.
Les fue anunciado que los trasladarían a otro campo. Buna. Allí se encontraron con mejores condiciones de vida. Hizo un amigo que trabajaba en la cocina y allí logro alimentarse mejor con las sobras de todos los días.
Al comienzo de 1945 los nazis ordenaron a todos que agarren sus pocas pertenencias y se coloquen en una fila para marchar.
Marcha de la Muerte
Cuando los soldados de la SS los juntaron para comenzar la marcha eran más de cinco mil prisioneros. Su plan era evacuar los campos, destruirlos para que los rusos no encontraran pruebas y trasladarlos a todos hacia el Oeste, hacia Alemania, a marchas forzadas. Aquel que se caía en la caminata o no lograba levantarse luego de los descansos era asesinado al instante.
En pleno invierno, con poco abrigo, mucho cansancio y sin probar bocado caminaron 7 días. Al final quedaron solo setenta y cinco, de los cinco mil que habían empezado. El camino estaba minado de trincheras. Junto con su compañero de Buna decidieron tirarse en una justo cuando ningún oficial nazi los miraba. Otros dos marchantes se sumaron a ellos. Permanecieron allí un rato largo.
Sus pensamientos se detuvieron al escuchar un motor y un tranqueo que hacía temblar el piso. Era un tanque ruso.
Liberación
Los rusos los liberaron. Ese día Motek volvió a nacer. Estaba solo en el mundo, la libertad le dolía y no sabía qué hacer. En su pueblo no logró encontrar a nadie con vida y todas las casas estaban usurpadas. Decidió viajar a Alemania donde había refugios para sobrevivientes. Allí conoció a Regina Loebel. No fue fácil conquistarla, pero estando en la Ruta Romántica del Sur de Alemania, logró lo que buscaba. El 15 de abril de 1946 se casaron y sus destinos se unieron para siempre.
El amor era su sostén. Se mantuvieron unos años más en Alemania y luego se contactaron con la hermana de Motek, Esther, en Buenos Aires.
Esperanzas
El ingreso a Buenos Aires en 1947 fue complejo. Brasil, Bolivia. Rencontrarse con su única hermana que había quedado con vida no era fácil. Ella había venido a la Argentia con su esposo antes que estalle la guerra. El resto de su familia fue llevada a los campos de exterminio de Treblinka donde solo había puertas de entrada.
No fue fácil la vida en Buenos Aires. Pero se sentía libre, no era perseguido al caminar por las calles y le reconfortaba la compañía de su hermana.
En el mundo textil encontró monedas para avanzar con su vida. Así llegaron los hijos que les dieron nietos y hoy en día algunos bisnietos. “Una familia que nunca pensé que iba a tener”
Escribiendo su historia encontró la forma de contestarle a su nieta de cuatro años porque lleva ese tatuaje en su brazo, que no es la patente del auto.