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Francisco Faivel Wichter

25 de Julio, 1926, Markuszew, Polonia

 

Comienzos

Francisco nació en el seno de una familia judía siendo el más grande de 6 hermanos. Previo a la guerra aprendió con su padre el oficio de zapatero. Cuando Hitler invadió Polonia vivían allí 3.300.000 de judíos, tenía 14 años. Estudiaba y conservaba los sueños de cualquier adolescente, sin embargo no pudo cumplir ningún ni continuar con los estudios, la guerra termino con su vida cotidiana.

 

Huidas

En noche de Shabat toda su familia abandonó su casa para huir al campo y dirigirse a un pueblo llamado Palikiie donde vivieron 4 años hasta 1943. Las noticias de los peligros que acechaban a los judíos volvían más peligroso cada lugar. Seguían con las costumbres judías cada vez más en secreto. Vivian como podían, ocultándose de vecinos y transeúntes.

Los momentos difíciles comenzaban a aparecer. En 1942 muere su abuela paterna por problemas de salud ya que era imposible trasladarla a un lugar para que la revisen.

En 1943 en el marco de los Iamim Noraim arrestan injustamente a su padre inventando una historia de robo para luego ser fusilado. Meses más tarde reciben la orden de concentrarse con poco equipaje en un pueblo llamado Belzitz, donde vivieron unas semanas hacinados en diferentes casas. A los pocos días debían presentarse en la plaza, momento en donde sus tíos y su madre decidieron que elegirían a 10 que se esconderían en el sótano para poder sobrevivir. Él, su hermana y otros primos fueron los elegidos para esta tarea. El resto se presentó en la plaza y nunca más los volvió a ver. Supo que sus hermanos fueron trasladados a un campo de trabajo forzado y que el último final de su madre y hermanos más pequeños fue en las cámaras de gas de Treblinka.

 

Soledad

De allí en más comenzó un camino nómade, vagar por lugares sin rumbo. Ningún lugar le pertenecía y en ninguno encontraba tranquilidad. Decidió viajar a Alemania de contrabando por medio de un tren. En la mitad del viaje salto de este ya que su sexto sentido se lo indicaba. Escondido en los bosques y graneros de comerciantes conocidos escuchó el rumor del campo Poniatov. Decidió entrar por motus propia ya que había comida y lugar para asearse. Pasado unas semanas observo el comportamiento de los guardias, eran muy amables para todo lo que se estaba viviendo, advirtió que era una trampa y se fugó del mismo modo que entró por una alambrada rota. Supo al día siguiente de su huida que el campo fue completamente liquidado.

 

Campos

Nuevamente el bosque, estuvo como prisionero en una fábrica de Poniatov para después ser liberado e ir a trabajar al campo Budzin. Allí su labor era desprender todos los objetos de los cuerpos ya sin vida. En su trabajo conoció a León Milgrom, de Varsovia. “Un gran amigo, en esos tiempos, era una forma de seguir vivo”.

En Mieletz pasaron de un campo de trabajo forzado a un campo de concentración, lugar donde su identidad se perdió completamente. Su número de condenado fue 105.262KL y lleva en su muñeca derecha el “sello imborrable del horror” KL (Konzentratios Lager).

Ya casi no tenía fuerzas, su sexto sentido lo ayudaba, pero el cuerpo estaba desgastado luego de tanto sufrimiento. Fueron trasladados en un tren de carga como animales a Wieliczka para transcurrir unos pocos meses y luego llevar a la mitad de los prisioneros a Plaszov, Cracovia. Sin saberlo su salvación comenzaba a tener sentido.

 

La lista

Un día recibieron el pedido de trasladar cierta cantidad de prisioneros a un campo de trabajo a pedido de un tal Oskar Schindler. Tenía una fábrica de ollas esmaltadas y negocio con los nazis para que los judíos trabajen para él. Antes de llegar a Brunnlitz tuvieron que pasaron tres días en el campo Gros-Rosen. Todos los judíos que iban a un campo de esta sucursal debían pasar por allí. “De todos los lugares atroces que conocí, este campo fue el peor. Era inmenso, y tenía un horno crematorio que trabajaba día y noche”

 

“SCHINDLERJUDEN”, los judíos de Schindler

En la fábrica de Schindler se vivía mejor que en cualquier otro lado. Trabajaban todo el día y luego volvían al campo, vigilado por nazis pero con restricciones de no acercarse a los judíos. Poco a poco fueron descubriendo el plan de Oskar y su mujer Emilie. No era tal el negocio de mantenerlos con vida. Su objetivo era mantenerlos lejos de los nazis. Emilie se preocupaba de la alimentación y la salud. El amor nacía entre los prisioneros. Se cantaba a veces y se comía bien. Hubo pocas muertes, pero cuando las hubo tuvieron una sepultura digna.

Schindler pagaba a los nazis por tenerlos en su fábrica. “Gracias a él yo puedo contar mi historia” Fue un justo entre las naciones, a pesar de la controversia de su historia, salvando a 1200 judíos.

 

Fin de la guerra

8 de Mayo de 1845. “Amanecimos con la fábrica cerrada y una orden de reunirnos todos alrededor de los parlantes. Schindler encendió la radio y escuchamos la voz de Churchill hablando en inglés, seguida por una traducción en alemán. Todo era silencio. Habíamos entendido. La Segunda Guerra Mundial había terminado. Nadie habló. Después Oskar Schindler dio un paso al frente. Nos agradecía el esfuerzo que todos habíamos hecho por sostener su fábrica, nos informaba que esta se cerraba a partir de ahora y que cada uno de nosotros era libre”

 

Reconstrucción

Tenía 19 años cuando termino la guerra y no contaba con nada más que con el pergamino que les dieron al irse de la fábrica. No tenían planes, seguía los pasos junto con su amigo León que era 12 años mayor que él. Volvieron a recorrer Polonia en busca de familiares sin encontrarse con nadie ni nada. Europa estaba en ruinas y ellos sin paradero. Comenzaron a girar por ciudades. La cruz roja y el Joint marcaban puntos de campos de refugiados. Francisco no quería pisar más un campo y se quedaba en habitaciones vacías de las ciudades. Fue así como en Italia conoció a un grupo de jóvenes del cual no se separaban. Había dos primos y otros más solos como él. Ya no estaba más con León quien partió a Australia para no verlo nunca más.

Un día salieron todos juntos a caminar por la plaza. Estando a lo último de la fila, sin pensarlo mucho invito a Hinda, una joven parte del grupo, al cine. Ella sin encontrar motivo para rechazar la oferta aceptó. De allí en más no se volvieron a separar. Hinda también era sobreviviente y pudo transitar la guerra haciéndose pasar por católica, trabajando en casas de familias.

 

Argentina

Por un recuerdo en su memoria tenía la dirección postal de una tía, hermana de su madre en la Argentina. Hinda ya tenía visa para Estados Unidos pero decidió no separarse de ese hombre y en 1947 llegaron a la Argentina pasando ilegalmente por Paraguay.

En Buenos Aires nadie quería escuchar los horrores de la guerra. Comenzaron a rehacer su vida. Trabajaron duro para tener una familia y una rutina que los mantenga alejado de lo que habían pasado. Tuvieron dos hijos, Julio y Enrique. Desafortunadamente Julio falleció. La familia se fue agrandando dándoles nietos y bisnietos.

 

La película

En 1933 llega la noticia que los devolvió al pasado. El cineasta Steven Spilberg iba a filmar una película sobre la “Lista de Schindler”. De ahí Francisco reflexionó sobre la necesidad de contar su historia. “No solo para mí, sino para los demás”.

La película les devolvió aire, trajo recuerdos tristes pero un presente prometedor y la lucha porque el mundo sepa lo que ocurrió en la Shoá.

 

 

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